*El Adeísmo, el Adequismo y el Acciondemocratismo*
Para quien ha sido un apasionado observador de la historia política venezolana, que nos por ello un generador de conclusiones pasionales, me ha llamado siempre la atención el furor que genera, en propios y extraños a la tolda blanca, el sentimiento adeco. Hay una frase de Betancourt que siempre se repite: "que hablen con o mal [de mí], pero ¡qué hablen!" Una vez oí decir a Carlos Andrés Pérez: "la vida del político es la polémica".
Héctor Alonso López el año pasado dijo una frase extraordinariamente precisa: "todo lo bueno y lo malo que pasó en Venezuela durante la segunda mitad del siglo XX, pasó por Acción Democrática". Y a partir de las reacciones a esa frase he podido yo segregar cómo se entiende y se manifiesta es furor, esa pasión partidista.
Para el adeísmo, la frase sólo tiene una interpretación: lo bueno lo hicimos nosotros, lo malo lo hicieron otros y no pudimos impedirlo. Para el adeco _químicamente puro_ AD, como el correo blanco que la representa, es impoluta, incapaz de haber cometido un error, y si alguno de sus hijos lo cometió, pues es negado de su seno. Esa fue la actitud que privó cuando, incluso antes que el mismo Congreso Nacional, el CEN expulsó a Carlos Andrés Pérez, pero eso sucedió porque buena parte de los adecos (muchos de los que hoy se rasgan las vestiduras defendiendo a CAP) albergaban la _duda razonable_ de que, efectivamente, un gesto de tal significación sirviera para expiar tantas culpas que sólo admitiría un adeco en la intimidad de su propio cenáculo, porque, no importando cuan humilde sea el militante adeco, siempre formará un cogollo.
Luego viene la interpretación del adequismo, ese que en todo ver el aprovechamiento, bien económico, bien del poder o, mejor aún, de ambas cosas. El adequismo es el deformador del sentido de la frase "con AD se vive mejor". Es el adeco que en el discurso antigubernamental se le brota la envidia, se evidencian las ganas de volver a ejercer el poder, incluso sin tener muy claro para qué. El adequismo prescinde del fondo, porque lo importante son las formas, es el adeco pragmático; por tanto, _lo bueno_ que pasó por Acción Democrática fue tener el poder por 25 años, lo malo, los otros 15.
Queda entonces el acciondemocratismo, tal vez el más escaso, y del que me honra decir que es del que más he aprendido, tanto en vivencias directas como por lectura. El acciondemocratismo es la expresión del verdadero sentimiento betancourista, es el conocimiento profundo del venezolano, su tierra y su sentir, es el entendimiento de una organización política como algo orgánico que actúa y piensa como un enjambre. Héctor Alonso es un acciondemocratista, es un hombre que no recusa la admisión de culpas propias, pero tampoco se regodea en reclamar las ajenas, porque las culpas son para delitos, y las responsabilidades para acciones. Las faltas a nuestros principios son delitos contra nuestra integridad, las faltas contra la Ley son delitos contra lo público, las faltas contra nuestro deber son fallas de responsabilidad. "Todos fuimos responsables de todo" leo yo en esas líneas, y ese _todo_ fue lo hecho y lo dejado de hacer, y lo que permitimos que hicieran, y lo que, aunque tratando de impedirlo, definitivamente pasó, pero todo eso *es* Acción Democrática, y para el acciondemocratismo han sido tanto los éxitos como los fracasos, la génesis y la continuación de una forma de vida.
Nadie puede enseñarle a otro cómo ser lo que no siente. De tanto adeísmo y adequismo, se fue diluyendo la esencia del acciondemocratismo y, con ello, la huella del partido más importante del siglo XX en la historia venezolana. Hace unos días me decía un amigo: "hay gente que piensa que tú eres pro-chavista, pero tú eres adeco de los viejos, la vaina es que muchos no recuerdan cómo eran esos hombres".
Daniel López
