El fracaso social de la revolución
"Un partido de estructura dictatorial, que pretenda tener siempre razón y sea intolerante contra toda contradicción y contra todo argumento molesto, sólo sirve para establecer un régimen totalitario, no como transición al socialismo, sino como estado permanente". Fischer
Hasta ahora la espontaneidad y la fuerza creadora de las masas no han conseguido en parte alguna una victoria de la clase trabajadora, y menos reivindicaciones para las mismas, pues los líderes revolucionarios del siglo XX y del XXI han considerado a las mismas simplemente como la base de apoyo a sus pretensiones de poder y no como el objeto a defender, proteger y por lo cual debe trabajar.
Estos líderes: Lenín, Mao, Pol Pot, Fidel Castro, Kim Jong, han instaurado dictaduras cuyos aparatos han ejercido dicha fórmula política dizque en nombre del proletariado, de los trabajadores, del pueblo, y las consecuencias han sido sumisión, obediencia, austeridad, miseria y muerte.
Rosa Luxemburgo predijo -sin querer- el fracaso de esta clase de revolución y contra esta afirmó: "Partidos de esta clase se han visto confirmados por el desarrollo histórico".
El fracaso es por la forma errada de organizarse. Llámense como se quiera llamar. Partidos de unión o comunidad de lucha (comunas) propenden siempre a verse corrompidos por el poder y a establecer el dominio de un aparato burocrático. Este tipo de régimen le exige al pueblo, llámese revolución del proletariado, socialismo, etc., favorecer las tendencias dictatoriales, por lo cual se paralizan las tendencias democráticas.
En este régimen no hay partido, sindicato o confederación distinto al del partido de Gobierno que anticipe o participe con sus ejemplos o propuestas, una sociedad que el pueblo quiera establecer, y solo existe una proposición "válida" -que brilla por su ambigüedad anticolectiva-: "la del máximo líder".
Por tal motivo, el pueblo debe exigir el cumplimiento cabal de la Constitución, sin interpretaciones tergiversadas y complacientes con el Gobierno.
