El chantaje

El chantaje

Cuando el poder interno y los grupos políticos pretenden poner en el banquillo de los acusados a quien reta sus decisiones, cómo deberíamos llamarlo: ¿búsqueda de unidad o autocracia? Cuándo las autoridades de un partido acusan de traidores a quienes proponen cambios, cómo lo llamamos: ¿defensa de la unidad o manipulación? Cuándo los líderes racionales rechazan las medidas radicales de algunos de sus correligionarios pero deciden callarse para no ser “traidores”, cómo lo llamamos: ¿unidad o temor?


Entiendo el sentimiento de quienes quieren preservar la fuerza de sus grupos y sienten que los conflictos internos pueden deteriorar la capacidad de lucha contra el enemigo mayor, que evidentemente es su contendor en la otra acera. También el sentimiento de quienes creen que las diferencias internas los hace más vulnerable. Incluso comprendo la tesis de quienes creen que un conflicto interno dentro del chavismo es una amenaza para el “legado” de Chávez y los que dentro de la oposición indican que una pelea entre ellos sólo demuestra que no entienden el peligro que tienen frente.   

El problema es que nada de lo que está pasando en ambos grupos resuelve el problema. Que el gobierno evite tomar decisiones modernas para atender la crisis buscando evitar el conflicto con sus radicales internos no garantiza ninguna unidad revolucionaria, sólo agiganta la crisis y construye una bomba de tiempo que hará la solución cada vez más costosa y peligrosa para el gobierno, que será luego atacado en conjunto por la oposición y por sus críticos internos, que serán incluso más agresivos.   

En el caso de la oposición, tratar de mantener la farsa de una unidad de criterios entre grupos (afortunadamente) heterogéneos es, por decir lo menos, “naive”. Esa es una unidad pegada con chicle. Es obvio que hay dentro diferentes visiones del país, intereses político encontrados, liderazgos en conflicto y una línea muy marcada que diferencia a quienes quieren presionar cambios en el gobierno y quienes quieren presionar un cambio de gobierno antes de cualquier próximo proceso electoral. Y entonces, ¿se quedan callados quienes no están de acuerdo con las vías radicales? o ¿se callan quiénes piensan que ir a un proceso electoral, sin condiciones justas, es caminar al despeñadero?

La democracia no es un sistema de consensos. Es un modelo político para dirimir el disenso y el único consenso que se necesita para ello es alrededor de las reglas de juego que se seguirán para dirimirlos. No es democrático callar a nadie y no importa si es a quien piensa como nosotros o a quien piensa diferente. No estoy de acuerdo con la visión radical que se está manifestando en ambos bandos. Para mí son puntas que se tocan. Pero estoy totalmente dispuesto a defender su derecho a expresarse.   

Son las reglas de juego las que deben preservarse en consenso, no el pensamiento.   

Bajo la tesis de la falsa unidad, se cometen violaciones a los derechos políticos y a la democracia y se aleja a los grupos de su renovación indispensable. Para algunos, los retos a la unidad son el mayor peligro para chavismo y oposición. Para mí, el chantaje de la unidad es el verdadero peligro.   

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