Lo fundamental

En una situación política como la actual, es importante no olvidar lo fundamental, que es la profundidad de la crisis que engendra una multiplicidad de factores tanto en el campo del gobierno como de la disidencia

En cuanto al primero, es un equipo que ha demostrado su ineficacia y el fracaso de intentar construir algo inviable como es ese disparate que se denomina “socialismo del siglo XXI”. Ese tipo de sociedad que se ha tratado de conformar a despecho de la mayoría y de las experiencias internacionales que han resultado también un fracaso. Eso no lo debemos olvidar. Es el fondo y lo permanente en la crisis que estamos padeciendo. Dicho de otra manera, no hay solución a esta crisis sino mediante un cambio de gobierno y de régimen.

En cuanto a la disidencia, tiene que superar todos aquellos elementos que perturban la unidad. Igualmente, se necesita un programa único en torno al cual converja la mayoría de la población y al mismo tiempo demuestre en la práctica que es capaz de gobernar con el apoyo de las mayorías e iniciar un proceso de reconstrucción del país, de sus instituciones, su aparato productivo, a lo cual se añade la crisis educacional y cultural en el marco de la inseguridad personal que conmueve a la sociedad venezolana.

En estos comentarios, no queremos dejar a un lado el tema militar. Sería una ilusión pensar que allí existe homogeneidad y que en un gobierno donde predominan las fuerzas armadas no existan sectores de ella que no estén de acuerdo con asumir a plenitud este desastre.

Por tanto, es presumible que en el seno de las fuerzas armadas existen sectores institucionalistas que observan con preocupación cómo el país va por un barranco. En esa dirección se debe producir un cambio importante: nos gobierna una camarilla militar-civil que desea perpetuarse en el poder. Lo deseable es el rescate de la República civil y que la alianza sea cívico-militar. Abordamos el tema militar porque de él depende la paz de la República y porque no habrá salida a la situación sin estos actores indispensables para la reconstrucción del país.

Las luchas populares y por la democracia tienen que ser el centro de atención de las fuerzas opositoras, hablar de calle es sinónimo de esta lucha que no puede ser improvisada, que tienen que ser genuinas porque corresponden a temas específicos que son los que dan el carácter movilizador y de calle.

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